“Hiciéronlo así y pusiéronse sobre una loma, desde la cual se vieran bien las dos manadas, que a Don Quijote se le hicieron ejércitos, si las nubes del polvo que levantaban no les turbara y cegara la vista”.
(Miguel de Cervantes Saavedra. Don Quijote de la Mancha. I Parte. Cap. XVIII)
El hecho de presentar a alguien es siempre una tarea grata. Bien pensado, el sencillo y cotidiano apretón de manos resultante viene a ser la expresión mínima de la concordia, del contacto, el acercamiento y el entendimiento entre pueblos y culturas. Por esta razón, para mí es un privilegio, a la par que un placer, acercar la persona y la obra de David Tirado Arco al público en general. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Granada (2001), este artista, nacido en Montefrío, ha intensificado su formación participando en un nutrido número de talleres, congresos y cursos como el Ciclo Superior de Grabado y Técnicas de Estampación de la Escuela de Arte de Granada. En los últimos doce años, ha hecho compatibles los frutos de su noble vocación artística con la no menos noble función docente en Educación Secundaria.
Ha participado en varias exposiciones y concursos, en algunos de cuales ha obtenido premios que dan cumplida cuenta de su calidad artística. Aún a riesgo de parecer rayano en el tópico adulatorio, considero inexcusable señalar que David Tirado Arco no es hombre amigo de lo superficial. Su calidad humana le exige ( y su valor de ánimo le permite) ahondar en todo aquello que le acontece. Fruto de esta condición indoblegable de su personalidad es su colección de fotografías. Como es característico en toda su obra precedente, este registro se conduce a través de una reinterpretación cargada de sugerencias, dónde el color abandera un ideal deconstructivista para evitar lo formal y enseñorear la esencia misma del objeto contemplado. Se trata de una mirada dirigida a las circunstancias íntimas del paisaje, a la desnudez de lo real, a la complejidad de lo aparentemente simple, o en caso contrario, a la simplicidad de lo aparentemente complejo. Es la suya una mirada de reflexión sincera que no pretende caer en la indolencia ni se presta a la melifluidad gratuita. Al artista se le reconoce por la sensibilidad, no por la sensiblería […].
MANUEL JESÚS CAÑADA HORNOS
Prof. Historia del Arte